Opinión

El Mercosur como acuerdo de libre comercio. Por Miguel Braun

Argentina le anunció ayer a sus socios del Mercosur que dejaría de participar en las negociaciones comerciales actuales y futuras, salvo las ya concluidas con la Unión Europea y con EFTA. Esta decisión unilateral puede significar el fin del Mercosur como lo conocemos, e incluso terminar rompiendo el bloque. La solución es flexibilizarlo y convertirlo en un acuerdo de libre comercio en vez de su institucionalidad actual.

El Mercosur es formalmente una Unión Aduanera, con un Arancel Externo Común para las importaciones que ingresan al bloque, y un compromiso de los cuatro socios de negociar en conjunto cualquier acuerdo comercial con terceros países. En teoría, esto implica que los socios tienen acceso preferencial a los mercados de los otros países del Mercosur, y un mayor poder de negociación con terceros, como logra la Unión Europea. En la práctica, el comercio intra-regional sufre de fuertes trabas burocráticas y aduaneras, barreras no arancelarias (por ejemplo, medidas anti-dumping, acuerdos privados de restricción de comercio y trabas sanitarias y fitosanitarias). Además, las negociaciones externas se han estancado. Desde el arranque del Mercosur en 1994, sólo se firmaron acuerdos de libre comercio con Israel y Egipto, y los acuerdos totales cubren menos del 5% del PBI mundial. En el mismo lapso, en el mundo se firmaron más de 600 acuerdos regionales, multilaterales y bilaterales.

Durante el gobierno del Presidente Macri, se encendió una llama de esperanza de que el Mercosur finalmente se integraría al mundo. Se abrieron conversaciones y negociaciones con países como Corea, Canadá, Japón y Singapur, y se finalizó la negociación con la Unión Europea y con EFTA. Esta esperanza se fortaleció con la llegada Paulo Guedes y su equipo, con su impronta muy favorable a la integración comercial, al ministerio de economía de Brasil. La decisión de ayer de Argentina y la inestabilidad política en Brasil ponen en cuestión este optimismo.

Si Brasil, Paraguay y Uruguay deciden seguir con la ambiciosa agenda externa de negociaciones, inevitablemente llegará un momento en el cual los socios del Mercosur deberán o flexibilizar el bloque o romperlo. Por ejemplo, si los socios quieren implementar el acuerdo con la UE y Argentina no, las importaciones desde la UE ingresarían a Brasil con arancel cero pero a la Argentina con el Arancel Externo Común. Esto rompería de hecho el mercado común. Para que suceda de jure, los socios deberían flexibilizar la regla que obliga a negociar acuerdos comerciales en conjunto y de manera unánime, o romper el Mercosur.

Cualquiera de estas dos opciones sería desastrosa para la economía argentina. El gran beneficio del Mercosur es el acceso preferencial que tienen nuestras empresas industriales al mercado brasilero. Si Brasil baja sus aranceles a través de acuerdos de libre comercio, nuestras empresas dejarán de tener el beneficio arancelario exclusivo y tendrán que competir de igual a igual con proveedores de todo el mundo en Brasil. Y no tendríamos el acceso a otros mercados que si tendrían las empresas brasileras, porque Argentina no sería parte de los nuevos acuerdos. En ese contexto, cualquier inversión nueva en la región iría a Brasil y no a la Argentina.

Una salida constructiva de este dilema – improbable dada la posición anti-comercio del actual gobierno argentino – sería convertir al Mercosur en un acuerdo de libre comercio. Esto permitiría mantener las ventajas del arancel cero para el comercio intra-Mercosur, y al mismo tiempo le daría flexibilidad a los socios para firmar acuerdos con otros países. Esto llevaría a una dinámica de una sana competencia, que le daría a los ciudadanos de los países del bloque la esperanza de un futuro más próspero.

Miguel Braun es Economista. Fue Secretario de Comercio de Argentina entre 2015 y 2018 y es miembro del Consejo Generacional de la Fundación. 

 

2020-04-25T14:18:22+00:00 25/04/2020|Categories: Opinión|