Opinión

Coronavirus: ¿estamos listos para la batalla? Por Julián Obiglio

A esta altura de la pandemia que estamos sufriendo por el virus COVID-19 hay algunas cosas que parecen estar confirmadas. Una de ellas es que este virus es mucho más contagioso que el de una gripe común, y ello provoca que un gran número de personas acudan en un breve período de tiempo a requerir atención médica. Al producirse un aumento exponencial de la demanda de atención médica, en un brevísimo período de tiempo, colapsa el sistema de salud. La oferta disponible no alcanza para cubrir la demanda.

Es lo mismo que sucede con el alcohol en gel. Si toda la sociedad va a comprar alcohol en gel en la misma semana, el stock no alcanzará para todos. Algunos lo conseguirán y otros no.

El otro tema que parece estar confirmado, es que si se brinda una adecuada asistencia médica, se cuenta con la infraestructura necesaria, y se actúa a tiempo, la mortalidad del coronavirus es realmente baja. Así podemos constatarlo en Alemania, a dónde la tasa de mortalidad alcanzó solamente el 0,4% (notablemente inferior al 2,3% de China o al 10,8% de Italia).

De forma tal que este virus presenta un desafío central para cada país, que es lograr tiempo suficiente para que la oferta de salud local pueda aumentarse, a fin de alcanzar el punto en el que brinde una adecuada atención a la demanda extraordinaria que este virus le presentará. Y bajo esas condiciones, combatirlo con eficacia y lograr resultados positivos como los de Alemania, o tal vez mejores (ya que dicho país no contó con el tiempo de preparación que otros países como Argentina, si han contado).

En este sentido, la cuarentena obligatoria a la que el gobierno de Argentina (al igual que el de otros países) ha sometido a sus habitantes desde el día 20 de marzo, y que posiblemente se extenderá durante una parte importante de abril, tiene algunos objetivos principales:

En primer lugar, reducir la cantidad de contagios, para que la curva de demanda al sistema de salud, no sea muy pronunciada, y la oferta actual pueda ir atendiendo los casos que se van presentando.

En segundo lugar, estudiar y replicar lo que están realizando otros países que recibieron primero este virus, en cuánto a tratamientos médicos en general y farmacológicos en especial (incluida la posibilidad milagrosa de que se descubriera el retroviral específico, o se lograra la vacuna en tiempo record).

El tercer objetivo, y tal vez el más importante de todos, es brindar tiempo al Estado para aumentar la oferta de salud hasta lograr los estándares necesarios para garantizar que el virus en Argentina se mantenga en bajos niveles de mortalidad.

Este tiempo de cuarentena, en que la sociedad se encuentra en sus casas y la economía se encuentra absolutamente detenida, debe encontrar al Estado trabajando las 24 horas para alcanzar el punto más alto de preparación del sistema de salud, a fin de presentar una adecuada batalla al virus una vez que la sociedad vuelva a las calles. Si ello no se logra, la mortalidad aumentará, ya que el vínculo entre la falta de infraestructura y el gran aumento de las chances de morir, es real.

Y en este sentido es absolutamente determinante que el Estado y los agentes del gobierno informen periódicamente (deberían hacerlo públicamente una vez por semana), con datos muy precisos y verificables, los avances en la preparación de la oferta del sistema salud, para el momento en que se levantará la cuarentena, y la demanda aumentará con intensidad.

Esta será la única forma en la que la sociedad, recluida en sus casas, con enormes costos sociales, familiares y económicos, podrá acompañar al gobierno en sus decisiones y sentirse parte de una batalla que está brindando el sistema estatal que nos une, administra y organiza como país.

Por ello considero que nuestro gobierno, que es quién tiene a su cargo la administración del Estado nacional y la conducción de la sociedad, deberá informar cuánto antes al menos los siguientes datos registrados desde el día primero de febrero (momento en que la existencia del virus ya era de conocimiento global) con su evolución semanal hasta el momento, y la proyección para las siguientes semanas (indicando las medidas concretas que se estén tomando para alcanzar dicha proyección):

  1. Cantidad de camas de internación general, terapia intermedia y terapia intensiva (públicas y privadas) operativas en el país (con apertura de datos por provincia y sus principales ciudades).
  2. Ocupación promedio de dichas camas.
  3. Camas liberadas por reorganización de intervenciones programadas y otros supuestos similares.
  4. Cantidad de médicos y enfermeros (en el sector público y privado) formado en terapia intensiva con especialidad en cuestiones respiratorias, neumonológicas y pulmonares.
  5. Cantidad de capacitaciones dictadas a médicos y enfermeros (público y privado) para atender responsabilidades de terapia intensiva con especialidad en cuestiones respiratorias, neumonológicas y pulmonares.
  6. Cantidad de respiradores (para brindar asistencia respiratoria mecánica) operativos en el país, públicos y privados (con apertura de datos por provincia y sus principales ciudades).
  7. Cantidad de personas testeadas.
  8. Cantidad de personas diagnosticadas con resultados positivos para COVID-19 y mapeo de caos por barrios específicos de residencia. Indicación de tipo de test utilizado para cada uno de los diagnósticos positivos.
  9. Tipo de test que se utilizan en el país, discriminados por procedencia, partida y laboratorio.
  10. Capacidad de testeo máxima operativa, discriminada por institución y localización.
  11. Tiempo de demora entre la realización del test y la obtención del resultado, discriminada por localización.
  12. Cantidad de muestras obtenidas en espera para ser procesadas, si existieran.
  13. Criterios aplicados para la realización o no del test a los pacientes, indicando protocolo específico, en caso que lo hubiera.
  14. Cantidad de tomógrafos operativos en el país, públicos y privados (y si ello fuera posible, con apertura de datos por provincia y sus principales ciudades).
  15. Stock de medicamentos retrovirales que se están utilizando en otros países del mundo para la atención de pacientes con COVID-19.

 

Todos estos datos deben ser claros, transparentes, de acceso público y verificables por la oposición, que podría actuar a través de sus diputados y senadores integrantes de las comisiones de salud en la Cámara de Diputados y del Senado de la Nación, quiénes deberían tener pleno e inmediato acceso para auditar los números presentados por el Poder Ejecutivo.

Los resultados objetivos en la preparación de la infraestructura de salud para el combate del virus, serán aquellos por los que deberemos juzgar el accionar del gobierno nacional. Los argentinos sabemos que en Alemania hay seis veces más respiradores que en Italia, y diez veces menos muertos por la misma patología. Que en Alemania hay 29 camas de terapia con personal formado cada cien mil habitantes, y en España solamente 10,3 (el promedio de Europa es 12 cada 100 mil habitantes).

Si no tenemos datos concretos, criterios transparentes de medición, y objetivos establecidos, no sabremos cómo estamos preparados para la batalla y qué resultado nos espera. Tampoco podremos saber si vale la pena o no extender la cuarentena, y en todo caso con qué expectativa de mayor infraestructura de salud lo hacemos.

En definitiva, no solamente estaremos limitados para evaluar en base a criterios objetivos la gestión de gobierno, sino que tampoco podremos saber si el esfuerzo social y económico de cada uno de nosotros durante la cuarentena ha sido correctamente utilizado por el gobierno para prepararse, o si solamente lo ha usado para ganar tiempo, esperando el milagro al que tan acostumbrados estamos los argentinos.

 

Julián Obiglio (Presidente de la Fundación Nuevas Generaciones. Ex Diputado Nacional)

 

2020-04-25T14:19:26+00:00 29/03/2020|Categories: Opinión|